Si eres alemán y, pese a tus muchos años en tierras catalanas, recibes el reconocimiento más distinguido de la vida político-social de Cataluña, no es nada habitual.
Nuestro socio y presidente del año rotario 2025/26, Albert Peters, recibió la Creu de Sant Jordi en 2019. Junto con Lionel Messi, entre otras personalidades excepcionales.
Albert es emprendedor de pura cepa. Como auditor, inversor o empresario, siempre ha buscado el equilibrio entre los buenos resultados y el beneficio social. Durante más de una década fue presidente del Círculo de directivos de habla alemana en Barcelona. Y como rotario, quiere ayudar con todo lo que esté en su mano para hacer de nuestra ciudad, del país y del mundo un lugar mejor.
Un hilo conductor en todo el recorrido profesional de Albert ha sido siempre su esfuerzo por mejorar su capacidad de hablar bien en público.
Nuestro socio Florian Mueck, experto europeo en retórica y carisma, le ha planteado a Albert algunas preguntas profundas. Y las respuestas, desde luego, no son nada superficiales.
Albert, como auditor has pasado toda una vida diseccionando números. Como orador, diseccionas palabras. ¿Qué paralelismos ves entre la precisión financiera y la precisión retórica?
Los números y las palabras son medios para transmitir información con el fin de permitir al oyente o lector tomar decisiones fundamentadas.
Te mueves en un entorno político y empresarial donde la persuasión y la integridad chocan constantemente. ¿Cómo defines personalmente la línea entre influir y manipular a una audiencia?
La manipulación es una manera de convencer al otro de algo que no necesariamente refleja tu opinión o posición personal. El único objetivo de este tipo de comunicación es que el oyente o lector adopte esa opinión concreta.
Influir, en cambio, es para mí la manera de convencer a tu interlocutor de tu propia opinión y llevarle a una convicción que tú deseas — sin ningún interés oculto.
Como alemán que se ha convertido en una voz de referencia en los círculos políticos y económicos de Cataluña, ¿qué ajustes retóricos tuviste que hacer para conectar emocionalmente con una cultura tan distinta a la tuya?

Si quieres alcanzar objetivos, primero tienes que saber escuchar. Escuchar a tu interlocutor y querer entenderlo — sin necesidad de adoptar su opinión — es el primer paso hacia el diálogo. Ese paso suele ser el camino hacia una visión compartida: ya sea la tuya, la de tu interlocutor o un punto intermedio.
En la voluntad de escuchar y reflexionar están, incluso en situaciones conflictivas, los pasos hacia una solución y una comprensión común.
Has trabajado con muchos líderes — y en ocasiones los has confrontado con firmeza. Según tu experiencia, ¿cuál es el punto ciego retórico más común en los líderes a los que acompañas o asesoras?
Hay que conseguir que los líderes se cuestionen a sí mismos. Pero a menudo están en situaciones en las que, por su profesión o por razones de oportunidad política (a veces también llamado disciplina), dejan en segundo plano sus propias opiniones personales.
Cuando detectas ese conflicto interno en tu interlocutor, debes intentar construir puentes.
Si tuvieras que transmitir un solo principio retórico a la próxima generación de líderes europeos — una frase para grabar sobre la puerta de cada despacho — ¿qué diría?
Cuando entres en una sala, no cierres la puerta detrás de ti: podría ser que quisieras volver a salir.

